miércoles, 30 de enero de 2019

Presentación de María Negroni en Jujuy


Nadie es mi nombre de guerra: diálogo abierto con María Negroni
(San Salvador de Jujuy)


Juan Páez
(12 de septiembre de 2018, FHyCS-UNJu)


Buenas noches

En primer lugar quiero agradecer a la organización de las VII Jornadas de Estudios Literarios y Lingüísticos del Norte Argentino por hacer posible que esta noche María Negroni visite nuestra casa.

Además, destacar que desde hace ya varios encuentros, este evento académico les brinda un espacio a las escritoras y escritores, y eso es algo que uno agradece siempre. En el trayecto, contamos con la visita de Eduardo Galeano, Angélica Gorodischer, Diana Bellessi, Florencia Abbate, Silvia Barei, entre otras personalidades.

Cuando pienso en la obra de María inmediatamente tengo una imagen: soy yo practicando el equilibrio en el suelo inestable del hacer. Porque su obra, me atrevo a decir, es un buen ejercicio para la imaginación y una apuesta a la construcción de espacios inclasificables.

Llegué a la obra de María una tarde justo después de un examen. Mis premios, cuando era estudiante, eran libros que compraba con el dinero que me pagaban en el videoclub donde trabajaba. En aquella oportunidad, me compré Galería fantástica y lo leí de un solo tirón.

Y me fasciné.

Después, llegó La Anunciación y recuerdo que, luego de nadar por sus páginas, asistí a un des-conicerto que podría definir como polifónico. En ese no entender nada frente a tanta claridad, me di cuenta de que estaba frente a una gran artista. Porque su escritura me enfrentaba al lenguaje, y eso solo lo había experimentado cuando era chico y estaba aprendiendo a leer.

Y busqué los libros que María había publicado. Antes de mudarme al litoral, Elena Bossi me obsequió un ejemplar de La Colección donde María participa a través de una charla que mantiene con Gigliola Zecchin, con Canela, a propósito de la presentación de esta novela en Roma.

Así la obra de Negroni, por momentos, se transformaba en uno de esos juegos en los que descubrimos imágenes uniendo números, guiados por el trazo que une un punto con el otro.

Esta vez, regresé a su novela polifónica, nuevamente desprovisto de armas y descalzo.

Y descubro que María es una artesana del lenguaje. Porque siento que está detrás. A ella que le gustan tanto las muñecas, los títeres y todo lo mínimo, creo que aprendió a manejar los hilos que sostienen a las palabras.

Para dar inicio a este diálogo abierto denominado Nadie es mi nombre de guerra, quiero comenzar con la lectura de un poema.

Pero antes, como verán en la tapa de la La Anunciación, tenemos una obra de la artista plástica Nora Correas. Y casualmente, hace poco volviendo de un viaje a Punta del Este, una amiga me obsequió este maravilloso volumen de Pequeños reinos que se presentó hace poco en la Casa de Victoria Ocampo en Beccar:


El jardín de las delicias

érase una vez un jardín
o algo parecido a un jardín
donde la noche ocurría
sin ser vista

diríase un prólogo
de flores doradas
a un otoño
sin escritura

se sucederán los días de las niñas rojas
en sus canastas había un tintero
la muerte les puso pena sin despertarlas

cosas raras
de nunca amar

así es el sur
así es estilo de la ternura (pág. 11)


María, en nombre de las Jornadas, bienvenida a Jujuy.


Foto © José Bárcena (Jujuy, 2018)




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