jueves, 23 de mayo de 2019

La mirada documentalista de Raymundo Gleyzer


Ni olvido ni perdón: 1972, la masacre de Trelew es un documental de Raymundo Gleyzer que narra la historia de los veinticinco presos políticos, pertenecientes a las organizaciones PRT-ERP, Montoneros y las FAR, quienes en 1972 se dieron a la fuga del penal de Rawson.

Decir el miedo y la muerte

Es sabido que todo documental se define por su capacidad de exponer y revelar un aspecto de la realidad, mostrándola en forma audiovisual. La organización y estructura de imágenes y sonidos, según el punto de vista que adopte el autor, determina su clasificación. En el caso de Ni olvido ni perdón: 1972, la masacre de Trelew, el cineasta Raymundo Gleyzer construye una voz para decir el miedo y la muerte, a la vez que configura un espacio que sostiene la memoria histórica. Una reminiscencia que, podríamos decir, se establece a partir de imágenes y relatos que dan forma a uno de los episodios más doloroso de nuestra historia como país.

La propuesta fílmica de Gleyser constituye una herramienta de expresión sobre la problemática social latinoamericana en general y de nuestro país en particular. De hecho, Ni olvido ni perdón (1972) relata la fuga de los veinticinco presos políticos que militaban en las organizaciones PRT-ERP, Montoneros y las FAR hasta su terrible desenlace: el trágico asesinato ocurrido en Trelew, una ciudad ubicada en el departamento Rawson, en el noreste de la provincia del Chubut.

El documental plantea un interesante trabajo en materia de voces, ya que este se inicia con una voz en off para, posteriormente, dar lugar a las intervenciones de los protagonistas, entre ellos, Mariano Pujadas (Montoneros) y Rubén Pedro Bonnet (PRT-ERP), quienes en la entrevista, incluida en el documental, comentan el plan que tenían armado y explican los motivos de su lucha. En su exposición este grupo asume la voz del pueblo, es decir, se expresa en lugar de quienes no pueden hacerlo. En este sentido, la presencia del periodismo pasa a ocupar un papel importante ya que los medios son los encargados de transmitir la información sobre lo que acontece pero, al mismo tiempo, comunicarle a la población que sus reclamos constituyen los fundamentos de la revuelta.   

El documental articula la narración en apartados que recuperan los puntos clave, mostrando cómo después de la huida del penal de Rawson (Chubut) solo seis de los veinticinco lograron llegar al país vecino de Chile. Los otros diecinueve no alcanzaron a subir al avión y, tras acordar públicamente garantías para su integridad física, se entregaron. El hecho conocido como la Masacre de Trelew remite al acontecimiento ocurrido el 22 de agosto cuando estos fueron fusilados a mansalva con ráfagas de ametralladoras en la base aeronaval Almirante Zar.

El registro fotográfico, las voces de los protagonistas y las secuencias fílmicas reconstruyen una atmósfera de tensión que se intensifica, en diversas partes del documental, con el sonido de las sirenas policiacas, los cantos de libertad por parte del pueblo y los tiros de armas de fuego. Estos acontecimientos ocurrieron durante el gobierno dictatorial del general Alejandro Agustín Lanusse, un militar que perteneció al Ejército Argentino, designado presidente de la República Argentina entre el 26 de marzo de 1971 y el 25 de mayo de 1973.

En conclusión, en el trabajo documental de Gleyzer encontramos una voz en off que articula las voces de los protagonistas y los cánticos del pueblo mientras que los sonidos de los disparos y de las sirenas crean una atmósfera de tensión que atraviesa toda la cinta. Este registro sumado a las fotografías en blanco y negro, las escenas fílmicas y las entrevistas, le permiten al documentalista decir el miedo y la muerte. Su trabajo adquiere un valor histórico importante por el retrato audiovisual que realiza de un hecho que significó simbólicamente el comienzo del terrorismo de Estado en la Argentina. 

 ©  Raymundo Gleyzer