miércoles, 19 de diciembre de 2012

Entre villancicos y obras pictóricas.



El pesebre es una representación escultórica que escenifica el Nacimiento del Niño Jesús. El 1° ó el 8° de diciembre, en los hogares donde se festeja la Navidad, suelen armarse estos pesebres para esperar el nacimiento del Divino Niño; sólo en algunos de ellos también se esperará la venida de otros niños, niñas y jóvenes que se acercarán para adorar. La música, que alimenta el ambiente de festividad, acompañará con sus melodías aquellos movimientos acompasados: 

“¡Huachito torito,
torito de corralito!
del árbol nació la rama
de la rama nació la flor
de la flor nació María
de María el Señor”[1]

El mundo maravilloso al que accedía por las lecturas me llevó a vivir la Navidad como algo mágico, sostiene Herminia Terrón de Bellomo en el prólogo a su libro “Al llegar la Nochebuena y otros villancicos cantados en Jujuy”, publicado en 2011 por Apóstrofe Ediciones. Esta obra, que reúne 80 versiones de villancicos, de diferentes informantes de varios puntos de la Provincia de Jujuy, es una recopilación dividida en 5 partes; este orden está guiado por la sucesión de los acontecimientos:

1-      La Anunciación.
2-      El Nacimiento.
3-      La Adoración.
4-      Los Reyes Magos.
5-      Otros Villancicos.

A continuación transcribimos un villancico, que corresponde al primer apartado La Anunciación; se trata de la versión 5:

La Virgen lavaba
la blanca mantilla
San José, la tiende
en las maravillas.[2]

Como podremos observar, cada una de estas subdivisiones incluye, luego del cuerpo de villancicos que lo integra, una breve reseña donde la autora realiza un comentario que ayuda a enriquecer la interpretación de los mismos. En este caso, Herminia Terrón de Bellomo, al referirse al villancico transcripto anteriormente, sostiene:
           
“El villancico que cierra esta secuencia es de gran delicadeza y belleza. Es un cuadro de paz y armonía que envuelve a San José y María”[3].

La relación, que surge entre imagen pictórica e imagen construida con palabras, es un rasgo distintivo de esta obra. 

 Pinceladas musicales:

“Es tan lindo el chiquito
Que más no puede ser,
Que su belleza copien,
El lápiz y el pincel”[4]
[Fragmento]

Esa “belleza” del cuadro, de la que se nos habla en la cita anterior, nos transforma en constantes espectadores y permite que establezcamos lazos con otra característica del libro, ya que se incluyen en él obras pictóricas de la artista plástica Lucía Inés Bautista. Las pinturas, que acompañan a los textos, logran una lectura interesante para ver cómo es que se brindan y sostienen.
 Desde esta perspectiva, el término imagen propone una distinción, en tanto se trate la imagen propia del cuadro, o bien se trate de aquella otra que se construye con palabras. Las obras pictóricas de Bautista en el interior del libro son dos: la primera la encontramos en La anunciación, y la segunda, en el apartado denominado Los Reyes Magos, pero a esta pintora también pertenece la obra de tapa.


No obstante, es necesario aclarar que también encontraremos algunos dibujos que pertenecen a la Nueva corónica y buen gobierno de Guamán Poma de Ayala y se encuentran ubicados en una reseña teórica que se realiza a propósito de los villancicos:

“Los villancicos son formas líricas de ancestral origen español. Eran formas populares de variadas temáticas, cantadas por los “villanos”, gente así llamada porque vivía en las “villas”[5].

Imágenes pictóricas e imágenes construidas por palabra narran las ausencias de aquella escenificación. Es interesante observar cómo las artes dialogan en este libro: la pintura, la literatura y la música entran en juego en apelación constante a nuestras percepciones. 

Sobre la selección:
El hecho de que los villancicos presenten una variedad temática supone, de parte del compilador, un criterio de selección. En este caso, Herminia Terrón de Bellomo tomó como eje de selección la historia que puede armarse, siguiendo un orden secuencial, de los villancicos cuando estos entran en contacto unos con otros:  

 “Los villancicos […] en su conjunto […]  conforman un relato, es decir, cuentan una historia en sus distintas secuencias”[6]


Recopilado por Herminia Terrón de Bellomo y un grupo de ayudantes, el proceso del libro corresponde a una etapa de investigación presentada en la Secretaria de Ciencia y Técnica de la Universidad Nacional de Jujuy. Producto de aquel proceso, ordenado y transdisciplinar, nació esta obra, que permite a sus lectores/espectadores escucharse tararear las melodías también de una infancia, donde guardamos, como tules de mariposas, los deseos de paz y felicidad.    


 
Publicado en "El oficio de la alquimia" Revista Digital Meta Arte N° 6 - Presente. 
Setiembre - 2012.
Visitá: www.metaarte.com.ar


[1] Terrón de Bellomo, H. (2011). Al llegar la Nochebuena y otros villancicos cantados en Jujuy. Apóstrofe Ediciones: San Salvador de Jujuy. [Fragmento]. Pág. 120.
[2] Ibidem. Pág. 29.
[3] Terrón de Bellomo. Pág. 30.
[4] Carrizo, Juan Alfonso. (2009). Canciones popular de Jujuy. Ediunju: San Salvador de Jujuy Pág. 138.
[5] Terrón de Bellomo. Pág. 15.
[6] Ibidem. Pág. 11.

María Negroni

María Negroni sostiene:

"cuando un libro es bueno, lo que a mí me produce es una sensación de infinito agradecimiento al autor o a la autora que me permite pensar de otra manera las cosas, salirme de la cárcel de lo convencional" 

sábado, 8 de diciembre de 2012

ómnibus

Publicado en música para aeropuertos. 2013, Editorial Intravenosa: Jujuy.



                                                         quien no ha llorado
                                                         en el asiento de un colectivo 
                                                         no podrá traducir esto que nos pasa
                                                         no sabe del paisaje
                                                         que también se marcha
                                                         por la ventanilla









                                                  
                                                
                                                 
                                                





viernes, 7 de diciembre de 2012

Silvia Hopenhayn

Su novela "Elecciones primarias" nos brinda la posibilidad de saborear los detalles de esas golosinas que todos, alguna vez, guardamos en un recodo de la memoria.

"Para mí es un vértigo", sostiene en esta entrevista realizada por Cristina Mucci. 


sábado, 1 de diciembre de 2012

Cotidiano.



                                                                  Sin ustedes
                                                                                              yo podría hablar con ella 
                                                                                                               Pablo Baca


Las calles de la ciudad están vacías. Sentada con una taza de café, que es la única compañía que tiene esta madrugada, ha dicidido transitar las calles de su propia memoria. Hace tiempo que lleva recorriendo esas veredas a las que todavía no se acostumbra y de las cuales aún no ha podido apropiarse por completo.

El aroma del café, que se sostiene en el vapor de agua, empaña los vidrios de sus lentes cuando acerca la taza para beber el café, que comienza a enfriarse. De niña quiso viajar, poder vivir en otras ciudades, ahora que lo recuerda ahí sentada, experimenta cierto alivio. Desde que salió del secundario y empezó la Universidad quiso abandonar aquella tierra que ahora, esta mañana vacía, extraña. Comenzó por establecer contactos con personas en el extranjero que la ayudaran, sin importarle quién pudiera hacerlo. La oreja de la taza está caliente, tal vez un poco más que el café, piensa. La deposita sobre la barra y nota que últimamente toma más café que de costumbre. El aroma le recuerda aquella otra ciudad, la que se quedó con sus propias ausencias: el padre que abandona el hogar y una madre que también lo hace todos los medio días. No hay más familia, lo que queda de ellos, en la taza de café, es la propia voz fingiendo la de quienes quiere y recuerda.  

Pregunta por el precio y busca en su bolso la billetera, es una cartera negra con hebillas de cuero y metal que compró apenas pudo instalarse. Duele acostumbrar el oído a esta otra lengua. Se para y se retira. El sol avanzó; ilumina los ventanales del edifico del frente, de forma que el reflejo que nace de estos ahora se asienta en las mesas. Toma un taxi. La Universidad es grande, cercada por césped en el que unos estudiantes se encuentran sentados en ronda. Con un papel en la mano, se acerca y les pregunta si alguno sabe dónde queda el curso que busca. Tomará los seminarios de literatura francesa y alemana, por lo menos hasta que descubra qué es lo que la tiene aquí: por qué está allá, tan lejos de lo que ella llamaba “su hogar”, qué la impulsa a permanecer en esta ciudad que la abraza expulsándola.

El departamento es chico y todavía permanece desacomodado: la ropa aún sobre las valijas, las perchas en el placard; las persianas casi cerradas y una pila de platos entre cajas de comida rápida. Deja caer su bolso en el sillón y su cuerpo en la silla frente al monitor. Lo enciende. Decidió escribirle a su madre,  hace días que no le manda novedades, y se da cuenta de que nunca hablaron, que sólo le escribe mails, que su madre no se molesta en contestar. Abre la cuenta y coloca la dirección de su madre en el destinatario; en el asunto “cotidiano”. Pasa al cuerpo del mail, la saluda y le cuenta que está bien, que se levanta temprano y que por lo general nota que está tomando más café; también se lo dice: le dice que cambió el seminario de literatura folclórica por los de francesa y alemana y que los dictan en otro edificio. Se anima y le pregunta cómo está ella, cómo va con su estado de salud, sabe que si se lo pregunta a lo mejor esta vez responda. No se despide con afecto, es una despedida más bien cordial que ella siente hasta un poco formal. Cada vez que pensó en su madre, en escribirle, la imagen de su padre se interponía; ese padre que abandona a la hija y a la madre; la madre que lo llora delante de la hija que se lo recuerda porque hay facciones en ellas que son de él. El padre corta la relación madre-hija, su imagen rompe la complicidad de la sangre.

Enviado el mail, vista la confirmación de la entrega, pasea la mirada por el departamento, no focaliza nada en particular, sólo mira el desorden del que siente casi orgullo. Y si se lo contara, si se lo dijera a su madre de una vez, si le confesara porqué la abandonó.

Las calles están vacías.


Sentada con un hombre, que es la única compañía que tiene esta madrugada, percibe que no son los únicos en el café. Del otro lado de la barra, donde se encuentran ubicados, otro hombre la observa como lo haría su madre si estuviera al tanto de toda esta situación. Otra vez la complicidad de la sangre que traiciona la sangre. Juega con el vapor del café, sopla y lo esparce, lo arremolina. Hablaron mucho esa mañana. Ahora ella teme regresar y contarle a su madre lo que sucedió, teme por la salud de su madre, por lo que de ella mira en ella misma.          

domingo, 25 de noviembre de 2012

Retratos


El dibujo es de un amigo, Bruno Rojo, de la serie "psiq.pez". Buscamos una excusa para trabajar juntos, así que tomé un dibujo suyo y escribí "Retratos". Rayé con palabras lo que él había escrito con su trazo.


Retratos
 


Ellos no saben lo que es llorar sobre una hoja vacía…
Alejandra Pizarnik


Me escribís al teléfono tonteras como nadie me hizo más feliz que vos o fuiste de las pocas personas que me hubieras aguantado todo. Me decís que baje, que estás estacionado en frente, que vamos a ser felices, que no importa eso que siempre quisimos. Después todo es confuso: yo delante del espejo pidiéndome por favor calma. La remera, sucia de polvo y cenizas. Las huellas, de quienes estuvieron, permanecen acostadas. Ya no importa ni tu voz ni tu palabra. Ya no importás.
Lloro en calma y regreso a la angustia. Parto como la noche que deviene día, y viceversa. Liberarme de vos es lo que pido, a cualquier precio, sacarme tu presencia.
 


Publicado en la Revista cultural "Circo cromático". Primavera 2012. Jujuy.
Visitá: www.circocromatico.com.ar

viernes, 5 de octubre de 2012

Angélica Gorodischer en Jujuy


Diseño: Emilio Témer.



AYYY[1]

 Sonó el timbre y ella fue a abrir la puerta.  Era su marido.
—¡Ayyy! —gritó ella—¡pero si vos estás muerto!

Él sonrió, entró y cerró la puerta.  Se la llevó al dormitorio, mientras ella seguía gritando, la puso en la cama, le sacó la ropa e hicieron el amor.   Una vez.   Dos veces.  Tres.   Una semana entera, mañana, tarde y noche haciendo el amor divina,  maravillosa, estupendamente.
Sonó el timbre y ella fue a abrir la puerta.  Era la vecina.

—Ayyyy! —gritó la vecina—, ¡pero si vos estás muerta! —y se desmayó.

Ella se dio cuenta de que hacía una semana que no se levantaba de la cama para nada, ni para comer ni para ir al baño.  Se dio vuelta y ahí estaba su marido, en la puerta del dormitorio:

—¿Vamos yendo, querida? —dijo y sonreía. 



[1] © Angélica Gorodischer. Menta. Buenos Aires: Emecé.  

sábado, 8 de septiembre de 2012

Una voz alada, Alcira.



                                                                                                           Si ya no estoy viva
                                                                                                 cuando vuelvan los mirlos,
                                                                                                             al de corbata roja
                                                                                                       dale por mí una miga.
Emily Dickinson[1]


El libro Oficio de aurora de Alcira Fidalgo fue publicado en el año 2002, bajo la dirección de José Luis Mangieri y por la editorial Libros de Tierra Firme. En esta publicación se reunieron varios de los poemas de Alcira que fueron conservados por su madre, Nélida Pizarro.
      Dueña de una notable sensibilidad, Alcira nos ofrece una poética apasionante,  en la que se pregunta constantemente por el sentido de la ausencia, del cuerpo y de la muerte. Sus palabras son intensas como lo es el color rojo de la sangre:

La patria es un dolor que aún me sangra en
                                                las espaldas[2]

El lenguaje de Alcira es lenguaje de la intemperie. Un cuerpo desprotegido que busca refugiarse y no halla dónde hacerlo. Sólo la espalda puede resguardarla, aunque sangre. El dolor expulsa la voz, la arranca. El cuerpo que sangra, tiempo después, será también el de la Patria porque no cuidó, sino que expulsó y expuso.
     Las palabras “dolor”, “espaldas” y “sangra” nos remiten también a la tortura. Es “La patria” la que produce “dolor” y lastima el cuerpo. La tensión que surge entre “me sangra” -que remite a un sujeto- y, “las espaldas” -que remite a varios- nos muestra cómo el dolor es vivido en uno, pero ofrendado también por los demás.
      En “Oficio de aurora” los poemas se acompañan con dibujos y ambos se brindan al lector quien los sostiene página tras página:
           
“Se presentan aquí poemas y dibujos de Alcira Fidalgo […] conservados por su madre; sin ella –y su incesante memoria– este libro no hubiera sido posible”[3]

El libro está compuesto por una Nota preliminar, le continúa Otra voz canta, luego Oficio de aurora y finalmente Voces familiares. Las palabras de la contratapa pertenecen a José Luis Mangieri.

En “Otra voz canta” cada apartado se inicia con un poema de Circe Maia. Pero además de los epígrafes de esta escritora, encontramos algunas fotos: la primera es una del año 1949, donde Nélida y Andrés sostienen a Alcira, Trelew. En “Otra voz canta”, se intercalaron aquellas fotografías (seis en total) y un dibujo: así entre notas, imágenes y diálogos se reconstruye la vida de Alcira, desde su infancia hasta su desaparición en 1978:

“Hubo una adolescente que pedía una moneda para permitir leer su revista. Después comprendió que su “Único desafío” era “seguir viviendo” aunque dure la ausencia de su amado. Ahora, desde este libro, la joven eterna ya no nos pide nada a cambio y, sin embargo, nos hace vivir con ella”[4]

“oficio de aurora”, el nombre del libro, es el verso final de un poema llamado “Boceto” y que, según consta en la Nota preliminar, fue escrito con motivo de la muerte de Ernesto “Che” Guevara. Reynaldo Castro como editor, estuvo a cargo de la clasificación y selección del material para el libro. Muchos poemas conservan las fechas que aparecían en los originales.
      La libertad es una constante en la poética de Alcira, por eso la presencia de alas y pájaros, pero también encontramos la lucha, la rebeldía y la revuelta:  

Con las armas de trabajo cotidiano:
el lápiz, el papel, la lapicera,
estoy haciendo un collar
de poemas

El verbo “estoy” instaura la temporalidad, pero el presente ya no es algo instantáneo que se diluye con rapidez, ya que la presencia del gerundio crea cierta morosidad. El movimiento rápido se torna lento; es una escritura meditada, como engarzar eslabón tras eslabón para armar “un collar”: palabra tras palabra para inscribirse en un poema. 
       En ese “aquí”, que es el poema, los objetos como “el lápiz, el papel, la lapicera” resignifican el acto de la escritura porque son como “armas”. La escritura, las palabras adquieren otro peso. La pérdida de la inocencia es toda escritura. Lo cotidiano deviene espacio de lucha. La escritura, la pintura, el arte en general, son “armas de trabajo cotidiano” que nos recuerdan el compromiso diario para sobrevivir.
      “Las armas” son el símbolo de la guerra, la violencia y la destrucción, pero también el de la lucha, la rebeldía y la revuelta. En este espacio que bien podría ser el de los hombres, la voz lírica nos habla de “un collar”, sugiere así la presencia de lo femenino. Y es que escribir nos remite al tejer. Mujeres que toman armas porque tejen, escriben. Mujeres prometeicas que se rebelan “por un y por el” arte que las sostiene.
                                                       
Dibujos que hablan.
Alcira asistió al taller de Medardo Pantoja, uno de los fundadores de la Revista Tarja. Nélida también conservó esos dibujos que luego fueron incluidos en “Oficio de aurora”. El artista plástico Víctor Montoya se hizo cargo de la selección y ordenó esos dibujos de manera complementaria a los textos.

“A los seis años empezó a asistir al taller de dibujo y pintura que dirigía Medardo Pantoja […] del paso por ese taller quedó una importante cantidad de dibujos, algunos en papelitos sueltos”[5]

La poética de AF permite recorrer varios caminos para reflexionar sobre nuestra condición humana. La rebeldía, la crueldad, la creatividad, el erotismo, son una constante que nos enfrentan a nuestra propia condición. Los dibujos y poemas de su libro nos recuerdan el arrebato: Alcira, la escritora desaparecida por la ESMA.
      La liviandad y la pesadez se mezclan en el aire propio de los tiempos dictatoriales en Argentina. El aire se torna pesado y asfixia. De allí la ofuscación y la respiración entrecortada. El grito enmudecido de las palabras que no se liberan. Entonces la poesía se vuelve aliento vital y regresa al aire su propio movimiento, allí nos sitúa la poética de Alcira.  


Publicado en "El oficio de la alquimia" Revista Digital Meta Arte N° 3 - Aire. 
Setiembre - 2012.
Visitá: www.metaarte.com.ar


[1] Fragmento. Traducción Ernesto Cardenal  y José Coronel en Tumba tumba retumba. 2001. Selección, prólogo y notas: Perla Suez. Bs. As.: Alción Editora. Pág. 29.
[2] FIDALGO, Alcira. 2002. Oficio de aurora. Buenos Aires: Libros de tierra firme. Pág. 64.
[3] Op. Cit. Pág. 7.
[4] Op. Cit. Pág. 45.
[5] Op. Cit. Pág. 13.

sábado, 25 de agosto de 2012

Pachamama: abundancias y despojos.


Jujuy. 2011
Ella, ellas.

“ella da los años güenos y ella castiga con los años malos” 
Lorenza de Moreno.   

Su existencia data de muchos siglos antes del descubrimiento de América y aún sobrevive en algunas zonas del noroeste argentino, Bolivia y Perú. Cuando los españoles pisaron suelo americano, la leyenda de la Pachamama ya constituía parte del folklore incaico por eso, según lo señalan algunos estudios, su origen debe rastrearse en las comunidades agrícolas del occidente sudamericano.
            Muchas son las versiones de la Pachamama. Algunas de ellas nos dicen que es una sola y que nadie sabe cómo es, nunca nadie la ha visto. Sin embargo existe otra versión que sostiene que no se trata de una Pachamama, sino de varias:

“Como son muchas las Pachamamas, alguna de ellas, en determinado lugar, puede estar disgustada con alguien. Entonces hay mudarse donde otra Pachamama […] sea bondadosa y no tenga rencores”[1].

Más allá de si se trata de una o de varias, existe entre estas versiones un punto en común y es que la imagen de la Pachamama es una imagen escindida: por un lado es la madre que todo lo provee pero, por el otro, es la que castiga cuando no se le cumple.

“Mitá buena”[2]:
“La deidad es generosa con la gente buena”
Cuentos regionales argentinos.

Y las voces pasaron al papel para resguardarse del tiempo: “La Pachamama es la tierra. Nos da todo lo que tenimos y comimos. Su día es el 1° de agosto”[3]. Así comienza una de las doce versiones que Berta Vidal de Battini recopiló a lo largo de la Argentina. Celebrada cada primero de agosto, la Pachamama es la madre que amorosamente cuida, protege y alimenta a todos aquellos quienes la respetan y veneran: “es la que nos da de comer a todos. Ella es la que cuida la hacienda y multiplica la hacienda”[4].
Se le ofrece comida, alcohol, cigarro y coca. Hay que alimentarla y ella será generosa “se entierra en un lugar cerca de la casa una olla de barro con comida cocida. También se pone coca, yicta, alcohol, vino, cigarros y chicha”[5]. Bondadosa con quienes cada año le rinden culto, la Pachamama les procurará bienestar, protección y salud. Cuidará sus animales, la hacienda. Pero si no se cumple, si uno falla, ella castigará.  

“Mitá mala”:
 “No hay que reírse pues de lo contrario sobrevendrá el castigo”
Elena Bossi

Entonces ella, la tierra, escarmienta. Se transforma en la madre que reprende a sus hijos, la Pachamama deviene fosa sepulcral. Ya no procurará cuidados. Su seno ya no dará vida, ahora es seno mortuorio. Los despoja de sus bienes. Fallarle constituye una ofensa que se paga con la propia vida o con la de algún ser querido: “Y lo ha visto la hija, una muchacha de diez y seis años […] el padre se ha salvau en una raíz de sauce. Y el río ha llevado […] a la niña. […] El río castiga porque lo manda la Pachamama”[6].

Ella es ellas. Juntas y antagónicas. La Pachamama, la Madre Tierra, puede ser dadora de vida, la que brinda alimentos y cuidados a quienes la respetan. No obstante, quien la ofenda será castigado. Entonces embravece las aguas para acarrear la muerte, devora la hacienda. La tierra ya no da vida, sino que fagocita. Enojada y dolida, procura el despojo, la pérdida como forma de castigo para que sirva de lección al resto de sus hijos. 


De "El oficio de la alquimia" en Revista Digital Meta Arte N° 2 - Especial Pachamama. Agosto - 2012.
Visitá: www.metaarte.com.ar


[1] PALEARI, Antonio. 1988.  Diccionario de los dioses andinos. Buenos Aires. Pág. 225. 
[2] Referido a la sirenas. “mitá mala, mitá buena” en  http://beangos.info/unambihuoinfo/?page_id=1731
[3] VIDAL DE BATTINI, Berta E. 1984. Cuentos y leyendas populares de la Argentina. Ediciones Culturales Argentinas. Ministerio de Educación y Justicia. Buenos Aires, Versión 2273.
[4] Ibidem. Pág. 775.
[5] Ibidem. Pág. 765.
[6] Ibidem. Pág. 771.

lunes, 20 de agosto de 2012

IV Jornadas del Norte Argentino. Jujuy.

VI Jornadas de Estudios Literarios y Lingüísticos. FHyCS. UNJu.  Parte de Prensa. 
Los días 10, 11 y 12 de octubre del cte. año se llevarán a cabo las 4º Jornadas del Norte Argentino en Estudios Literarios y Lingüísticos, en la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de Otero 262, bajo el lema DE ÉXODOS, EXILIOS Y MARGINACIONES: “A DOSCIENTOS AÑOS DEL ÉXODO JUJEÑO”.
Debido a las consultas recibidas, el plazo para la presentación de resúmenes se ha extendido hasta el día viernes 31 de agosto.
En esta edición, contaremos con la presencia de importantes personalidades de las Letras, la Historia y la Cultura General, tanto de nuestra provincia como del resto del país. Algunas de ellas son: Angélica Gorodischer, Ana Gloria Moya, María Teresa Andruetto, Patricia Calvelo, Dora Geronazzo y María Luisa Acuña.
Entre las modalidades de participación están previstos Simposios de temáticas afines al lema del encuentro, Experiencias Sistematizadas (prácticas de la enseñanza de la Lengua y la Literatura), encuentros de Equipos de Investigación y un Foro de Debate Estudiantil que estará dirigido por el Magister Mario Vilca. 

Curso de Posgrado
También en el marco de las Jornadas y como actividad preparatoria, se dictará del 3 al 7 de septiembre el curso de posgrado, perfeccionamiento y capacitación “Itinerarios y prácticas de la lectura” que estará a cargo del Dr. Raúl Dorra de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla-Méjico.
Aquellos interesados en participar de las Jornadas o el curso del Dr. Dorra, pueden comunicarse a la siguiente dirección: 4jornadasdelnorte@gmail.com, al teléfono: 4221511 o personalmente en Otero 262.

Visitá: www.4jornadasdelnorte.blogspot.com.ar
 

jueves, 16 de agosto de 2012

rehab


Prendiste la radio. De fondo la genia de Amy Winehouse nos cantaba. Levantarnos para, abrazados, ponernos a bailar. En la cama, entre susurros y la agitación, la liberación de tus palabras los niños bien no deberían portarse así. Te reíste y me abrazaste. Partiste, como siempre. Pasé el resto de la mañana en cama. Mi mensaje de texto para darte las gracias, me hizo pensar en Botticelli. 

viernes, 3 de agosto de 2012

“los poemas del jigante” de Álvaro Cormenzana.


una grafía incierta donde cada lugar es un mundo
María Negroni


Giuseppe Ungaretti, Dámaso Alonso, Enrique Molina, Paul Eluard, James Joyce, Henri Michaux, Nicolás Guillen, entre otros, acompañan algunos de “los poemas del jigante”, el libro de Álvaro Cormenzana, que obtuvo en 1977 el Premio Ricardo Jaimes Freyre (Tucumán) y fue recomendado para su publicación al Gobierno de la Provincia; ese año el jurado estuvo compuesto por Raúl Gustavo Aguirre, Olga Orozco y Roberto Juarroz.


Comienzo la lectura de este poemario en un viaje. De un punto de la ciudad a otro. Por momentos levanto la mirada y veo por la ventanilla del transporte cómo las imágenes se suceden. Ocurre algo semejante cuando leemos un poema, las palabras se suceden hasta que una nos detiene y levantamos la mirada para ver por la ventanilla aquello que queda atrás. Y degustamos por un instante esa palabra, ese verso, que detuvo nuestro viaje, que es toda lectura. 
 Publicado por 3 Ramones Editores en 2011 y divido en: el origen y los cuerpos; el agua y el espejo; las voces y los nombres; y la música y el aire. El poeta nos ofrece un libro cuyas palabras son in-tensas:

Nos ponemos luces en el cuerpo
y caminamos bajo el agua
Mario Romero

Es áspero tu cuerpo.
Ya las manos de mi tacto
no son mías
y
te quedas
sintiendo mi caricia
en otro cuerpo.
No preguntes dónde estamos.[1]         

Un cuerpo que se despoja del “tacto” y luego de “las manos”, pero al que aún pertenece la “caricia” “en otro cuerpo”, al que también se abandona. Es curioso que la voz pida que no se pregunte, cuando es lo que se está haciendo. Y es que la pregunta evidencia la partida, a la vez que instaura ese aquí donde estos dos cuerpos se reúnen y esconden.  
Con un manejo extraordinario de las marcas enunciativas, este autor nos acerca su poesía con la que es posible borrar los límites del propio cuerpo y lograr una continuidad, una común-unión:

Soy yo mismo
cuando
en ti
me pierdo.[2]    

Todo extravío es, en realidad, un camino de regreso. Para poder volver a ser “yo mismo”, es necesario perderme “en ti”. Sólo de esa manera estará garantizado el retorno. La voz lírica nos obliga a sostener el poema, involucrándonos discursivamente a través de esa primera persona que dice -y por lo tanto, todo lector también afirmará- “esa” necesidad de saberse perdido para encontrarse. Es un doble movimiento. 
            Paul Valéry comparó la prosa con la marcha y la poesía con la danza. La danza tensa el cuerpo, lo vuelve figura. La poesía tensa el lenguaje. En un poema, las palabras adquieren otro peso, adoptan otro cuerpo, un cuerpo vuelto figura.
Por su estilo, AC es considerado “una de las voces más originales de su generación”. La lectura de sus poemas nos atrapa en un viaje que regresa sobre las sombras de sus pasos porque “No todo se olvidó / A pesar de la luz nueva.[3]

Reseña publicada en Revista Digital Meta Arte N° 1 - Forward. Julio - 2012.
Visitá: www.metaarte.com.ar

[1] Cormenzana, A. 2011. los poemas del jigante. Jujuy: 3 ramones editores. Pág. 11.  
[2] Ibidem. Pág. 93.
[3] Ibidem. Pág. 43.