sábado, 14 de septiembre de 2013

Invierno en el Circo.



En el número de Invierno de la Revista Cultura Circo Cromático, reseñé el libro "Dibujo de mujer", aquí un fragmento acompañado con fotografía de la nota.


  
  Pintar con palabras lo escrito con sus trazos. 
Juan Páez


Leer el libro de Nélida Cañas, Dibujo de mujer, es adentrarse en un mundo de poemas y pinturas; una galería de arte, cuya poética evoca la imagen de la artista plástica Frida Kahlo. Publicado en 1999 por Alción Editora (Córdoba) este poemario retrata, de forma progresiva y fragmentada, el perfil de quien fuera una de las figuras más significativa del arte latinoamericano contemporáneo. Son diversas las relaciones que surgen cuando imagen y poesía entran en contacto, una de ellas es de la imagen al poema. En este libro, las palabras se posas sobre algunas pinturas de Kahlo, y desde allí alzan vuelo, por eso es que algunos de sus poemas lleven nombre o fecha que remiten a esas obras: 

La pelona (1940) [Pág.51]

Frida
se castiga
ante el espejo
se corta los cabellos
que cobran una vida
siniestra

ceremonia para perder
su ser mujer
que no quita la pena
ni la herida abierta
del nacer

En 1940, Frida pinta su “Autorretrato con pelo corto”. El cabello, que sigue el movimiento del agua, del viento y del tiempo, remite al erotismo y la sensualidad femenina. Es en la cabellera donde “su ser mujer” se cobija, pero al cortarse “los cabellos” quiebra el resguardo. Y es que “Frida” se despoja de sí misma para poder ser otra y “pega” donde más duele, en aquello que el otro desea en ella. En este poema, las palabras finales de verso: “espejo” “perder” “pena” “mujer” “cabello” entran en relación y nos muestran cómo es que cortarse el cabello significa, para la voz que enuncia, una forma de liberación, porque justamente es en él donde la voz de aquel otro se enreda e impide a la voz moverse con soltura. Por lo tanto, en “La pelona (1940)” existe una doble negación de la sensualidad: la voz se la niega a sí misma para negársela a ese otro que la desea con el cabello largo; luego esos “cabellos” permanecen, también esparcidos en el suelo de la pintura, y “cobran una vida/siniestra”, ahora la imagen que habita el poema remite a Medusa, la de las serpientes lascivas. Aquí otro poema:

Frida  
vestida de tehuana
suplica
el amor
ante un espejo
que sólo le devuelve
el despojo de sí

su propio infierno [Pág.93]

El cabello es uno de los tópicos en este libro de Cañas. pero también lo son los espejos. En este último poema es notable la tensión que surge entre estar "vestida" y la desnudez que el espejo devuelve, y es que podríamos pensar que sólo "el despojo" absoluto permite un arte sin ornamento, y es entonces cuando la contemplación de "su propio infierno" deviene creatividad. [Continúa]  


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