La fotografía, que pertenece a Luciana Pedicone Le-wing, inspira "la marea". Agradezco a Luciana por permitirme ponerle palabras a una de sus fotografías.
Foto: Luciana Pedicone Le-wing |
la marea
cada cual abrazado
a su propio fantasma
G. Zecchin
su cuerpo
es una barca
esta mañana
en la que
cada palabra cuesta
la luz sobre la mesa es otra figura ausente
que rechaza los
rescates
y desea el
naufragio que el pasado le impone
se levanta
con la mirada vuelta mares.
De las
barcas que observa
envidia lo
involuntario de sus movimientos
sus cuerpos
cubiertos de lágrimas
aquella
mañana
en la que
el rocío también enmoheció la madera
cuelga los
prejuicios en las perchas
y deja que
su cuerpo-barca se mueva
como las
olas del reloj
algo la
inquieta mientras cruza el puerto
piensa en las
palabras que aún no llegan
justo hoy que las necesita más que nunca
piensa en el
barquero Caronte
negándose a
transportarlas
o tirándolas una por una al mar
entonces descubre que todo quedará como antes
que aquella voz la dejará quieta
como barca
sin mar, como cuerpo sin alma
Publicado en música para aeropuertos. 2013, Editorial Intravenosa: Jujuy.
uhh este me hace acordar al barco ebrio de Arthur rimbaud !!!!genial
ResponderEliminarmi Fer!! qué bueno que te haga recordar a otros textos!! gracias por visitar mi blog! abrazos. Nos debemos unos mates!
ResponderEliminarMe encanta la idea de los cuerpos como barcas. Del ir y venir, de ese movimiento en el que el agua -o la vida- te va llevando. Se mueve, se mueve y se va.
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