Presentación del libro El Parlamento del Tambo de
Fabricio Morel
(Editorial Amerindia, Corrientes, 2018)
Juan Páez
(16 de noviembre, Biblioteca Popular, San Cosme)
Primeramente, quiero
agradecer a la profesora Lucila Verón, a las autoridades de la Biblioteca
Popular de San Cosme y, muy especialmente, a los y las estudiantes del 3er año del Profesorado de Educación Primaria, por la organización de esta
tertulia literaria.
Y para comenzar con la
presentación de El Parlamento
del Tambo (2018, Editorial
Amerindia) del escritor correntino Fabricio Morel, me gustaría plantear
algunas acepciones del término "Parlamento". En primer lugar, esta
palabra hace referencia a la "cámara o asamblea legislativa nacional o
provincial". En segundo, convoca la idea de lugar, es decir, el "edificio o lugar
donde tiene su sede esta institución". Luego, remite a la "acción de
parlamentar", esto es, al acto de hablar o conversar con otra u otras
personas. Y, finalmente, plantea que en el teatro se refiere a una "relación
larga en verso o en prosa".
Como vemos, estas acepciones
proponen diferentes recorridos que, como lectores, nos permiten, sin embargo,
un primer acercamiento a la prosa de Morel,
ya que la trama de El Parlamento del
Tambo nos traslada a Caá Catí, una localidad ubicada en el interior de la
provincia de Corrientes.
Lo
interesante del relato es cómo la narración instala un nuevo espacio dentro de
aquel lugar geográfico. Se trata de El Tambo, un comedor de reuniones (un
bolicho) donde la palabra circula. Nos dice el narrador:
Existe un lugar, en un viejo pueblo correntino,
con el portón sostenido por robustos horcones (…) Dos troncos juntos en la vereda de tierra fría y húmeda
sirven de asiento a clientes y visitas pasajeras que vienen a beber sus
aperitivos
Dentro
de este "viejo pueblo correntino", la representación y la
escenificación tienen un papel relevante dentro de la obra, ya que la obra de
Morel convierte a sus personajes en actores y, como consecuencia de ello, la
narrativa deviene una pieza teatral. La política, por ejemplo, se transforma en
el tópico que hace actuar a los personajes:
Chiquitín gritaba desde un rincón con una mano
abierta y la otra agarrada al respaldo de silla que rechinaba cada vez que
amagaba con subir a ella
Como
lo señalé anteriormente, la palabra "parlamento" hace referencia,
entre otras acepciones, al acto de conversar con otro u otros. Justamente, en
este libro, parlar, hablar y hacer constituyen el eje central. Basta con pensar,
por ejemplo, en el personaje de Carlitos actuando y montando para ello su
propia puesta en escena.
La
actuación de Carlitos crear una atmósfera que tensiona la narración hasta una
suerte de clímax teatral, convirtiendo a la voz del narrador en una voz en off:
"Todos preguntan por Carlitos y Florencio. Cada uno exponía su
explicación" y más adelante: "Caminó lentamente Nené, alumbrando en
todas las direcciones, abrió la puerta del Falcon, en el asiento trasero notó
un brillo" "ya se imaginó un revolver" (No, no les contaré cómo se resuelve la escena, pero podrán leerla en
el libro y se asombrarán)
Por
otro lado, la presencia del animal muerto y de la sangre en una de las escenas
iniciales del libro, me hizo pensar en la tradición literaria argentina. Me
refiero a El matadero de Esteban
Echeverría. Comparto un breve fragmento: "Alguna tía vieja salía furiosa
en persecución de un muchacho que le había embadurnado el rostro con
sangre". En ambos textos, los lectores asistimos al espectáculo de la
muerte, un show que exhibe, en este caso, el desmembramiento del cerdo.
Recordemos que el término show proviene del inglés y que se traduce como
mostrar:
Pone los pies en el patio y bajo la sombra del
lapacho, allí tres carneadores de
chanchos con sus delantales blancos de arpillera, artesanalmente hechos, se
disponen a limpiar al animal con agua hirviente y sus cuchillos afilados para
quitar minuciosamente los últimos pelos de las patas.
Y
en otro tramo de la historia, leemos:
En el galpón solo queda olor a carne, un par de
baldes con sangre y una botella de vino
A
modo de cierre, quisiera detenerme en las fotografías que el libro incluye. Por
dos motivos, primero porque complementan la escritura y, segundo, porque dan
cuenta de un registro, es decir, revela una intención, adopta una forma para
conservar la memoria. En este sentido, la escritura también funciona como una
cámara fotográfica que el autor emplea para retratar el tiempo, para suspenderlo
en un instante y evitar que las palabras se pierdan, se disuelvan, o se vayan
con el viento que es el olvido. Muchas gracias.
©
Juan Páez. El Parlamento del Tambo (Corrientes, 2018)
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