© 2011. Córdoba. Facultad de Lenguas. |
Me acuerdo de aquella tarde en
Córdoba cuando la escuché hablar de sus obras literarias y quedé, por decirlo
de algún modo, absorbido por su voz y con esa voz tatuada en mi memoria. Y su
voz se quedó para siempre y lo descubro cuando releo algunos de sus cuentos o
novelas porque con las primeras frases siento que es Angélica quien me los lee.
La recuerdo con mucho cariño.
Tiempo después, la carrera de
Letras de la Facultad de Humanidades de Jujuy la invitó para hablar de su
narrativa. Esa vez nos volvimos a ver. Los busqué por el hotel, tomamos café
porque hacía mucho frío. Charlamos mucho. Era el principio de la primavera.
Angélica es de esas personas, que
a pesar de la distancia, uno nunca quiere tener lejos. En aquel entonces le
hice una entrevista para que siempre me acompañara con su voz, sus ideas y su
modo de entender y aprender de la vida. Aquí comparto un fragmento y el enlace
donde podrán leerla completa (Pág. 90-92)
Juan Páez: ¿Cómo empezó tu carrera literaria?
Angélica Gorodischer: A los siete años yo supe que iba
a ser escritora, porque desde los cinco estaba leyendo todo lo que encontraba
a mano, que era mucho. En casa de mis padres había una biblioteca, mi
madre leía literatura, arte, filosofía; mi padre, literatura gauchesca,
historia. Yo, de todo, lo entendiera o no: la cosa era leer. Y leía, leía,
leía. Las escritoras nacemos de las lectoras. Si no hay lectura, no hay
escritura, o la hay pero sin valor literario. Yo leí de todo (como
aconsejaba sabiamente Aldous Huxley) desde muy chica. Y me apasionaban las
novelas de aventuras. A los siete años me dí cuenta, y me dije “esto es
lo que yo quiero hacer”. No empecé enseguida porque tuve mucho que hacer:
suspender mi educación para empezar a ir a la escuela, como dijo George Bernard
Shaw, ser una excelente alumna (en esos años estaba bien visto ser buena alumna
y horriblemente mal visto ser mala alumna), terminar el secundario, ir a
la facultad de filosofía y letras, pelearme con mi mamá, con mi papá y con el
mundo entero como corresponde a toda adolescenta que se respete, dejar
la facultad en cuarto año (pensé: ¿qué estoy haciendo acá? Yo no quiero enseñar
literatura, quiero escribirla), casarme, tener mis chicos y así por el estilo.
Y en un momento poco favorable para esas decisiones (tres chicos chiquitos,
marido, casa, jardín, gata, perro, empleo fuera de mi casa), dije “vamos loca,
¿qué querés ser? ¿escritora o una señora que escribe?”. La decisión no era
difícil.
JP: Te diste, y das, el lujo de pasar por
todos los géneros de la novela ¿El género es algo que planificas, que está
previamente “pautado”, o escribís y a medida que avanza la escritura, se va
definiendo?
AG: Yo tengo que tener todo planificado y
escrito en un resumen. Sé qué va a ser, si novela o cuento, cómo va a ser,
quiénes son los personajes, cómo va a empezar, cómo va a terminar. Lo del medio
queda un poco difuso. Siempre.
Aclaración: todo lo antedicho me ayuda, pero
puedo traicionarlo si me parece necesario.
[Continúa]
Publicada en Revista Cultural Intravenosa n°
12. Jujuy
Entrevista completa disponible en: http://issuu.com/revistaintravenosa/docs/revista12_web/1
Para finalizar esta entrada,
comparto una anécdota de la que habló Angélica en aquel encuentro en Jujuy y a
la que se refiere en esta entrevista concedida a Silvina Friera* (Página 12).
Allí, A.G. comenta:
"Y hubo pintores que me
marcaron muy temprano, como Rembrandt, (Claude) Lorrain y el mismo Ziem. A los
cinco años no me cansaba de mirar La ronda nocturna de Rembrandt; es muy
dramático, tremendo, no son los fusilamientos de Goya, pero esos hombres con
las armas y los faroles me impresionaban. Mi mamá me contaba cuentos así que
estaba acostumbrada a oír ‘entonces’. Después de mirar ese cuadro me preguntaba
qué pasaba. La primera vez que fui a Amsterdam, a un congreso, me hice un
ratito para ir al Rijks Museum. Entré a un enorme salón, todo blanco, y en el
fondo estaba La ronda nocturna, que ocupaba toda la pared. Me senté en un banco
y me puse a llorar. La gente debe haber dicho “está loca”. Pero a mí qué me
importaba, yo estaba con La ronda nocturna. ¡Qué ma-ra-vi-lla! Desde muy
chiquita anduve entre libros y el arte.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario