De herencias y orfandades: el an-verso de la certeza*
Antes, despejemos algunas nubes. El plano denotativo es el del uso literal y referencial del lenguaje y se relaciona con el sentido textual de las palabras; es decir, si queremos transmitir información, evitaremos toda la ambigüedad posible que, de por sí, las palabras ya poseen. Por su parte, el plano connotativo (con-notar) remite al uso figurado del lenguaje; cuando nos encontramos con una palabra o una frase que tiene un "doble sentido", estamos en presencia del plano connotativo. Los niveles de connotación y denotación no se dan solo en la oralidad, sino que también asoman en la escritura y, por tanto, atraviesan todas las esferas de la actividad humana.
En relación a la literatura, la connotación es un
complejo dispositivo a través del cual un significado no señala de forma clara eso
que se quiere decir, de allí que la característica principal de la literatura
sea la de generar múltiples interpretaciones. Para lograr ese claroscuro desde
el cual se mueven los textos literarios y el arte en general, existen diversos
mecanismos que ayudan a liberar esa polisemia.
Publicado en 2008, Equilibrista
de Lía Sosa es un poemario cuyas palabras tensan el sentido y diagraman un
"precipicio" que, por decirlo de algún modo, ayuda a nombrar el dolor
y la ausencia: “tengo el alma
destrozada"/ me dijo/ "tengo alas"/ contesté. Y le pisé los
dedos. Este libro, editado por el sello Cuadernos del duende, alberga
imágenes que son insostenibles más allá del poema:
Amor
Las mariposas
se lo comieron vivo [pág. 39]
Desde el plano denotativo, el término "amor"
es definido, entre sus varias acepciones, como sentimiento de afecto, inclinación y entrega a alguien o algo, sin
embargo, en este poema esa imagen se quiebra y, por el significado connotativo,
descubrimos que el “amor” es un cuerpo al que esas "mariposas" comen sin
compasión, es un cuerpo al que sentencian y dan muerte. En este libro de Lía
Sosa no hay refugios: ¿Desamparo?/ Hasta
en el café, enuncia la voz
poética. El lenguaje muestra su doble
cara: sin decir, nombra y deja en evidencia que las palabras pueden devorarlo
todo si se mueven desde lo sugerido. Equilibrista
constituye un espectáculo de olvidos, orfandades y herencias; a continuación
compartimos un poema que, al igual que otros, no lleva título:
pongo en vereda a quien fui
pero el pasado
me atropella y me deja tendida
en media calle
a la intemperie.
Al otro lado
un yo triste se aleja, se olvida de mí. [pág.27]
El desdoblamiento de la voz distancia pasado y
presente, pero la mirada articula ambos tiempos en una suerte de poema-espejo:
la voz se olvida de sí misma, alejándose; al volver la mirada sobre sí, ya es otra.
El poema es una "calle" que conecta a ese "yo triste" con
ese "quien fui” y “el pasado” bajo “la intemperie” “atropella" a quien
“tendida” dice: "pongo en vereda a quien fui".
Este poemario
hecho de imágenes cubiertas de sombras puede ser leído como un relato cuyo tema
es la búsqueda de respuestas que expliquen el porqué de tanto desamparo y
orfandad. Sin caer en el sentido literal de las palabras, Lía Sosa crea
certezas desde el an-verso de cada una de ellas. Y eso ayuda, equilibra la
escena frente a tanta intemperie que envuelve.
© Juan Páez. El equilibrio (Formosa, 2014) |
* Reseña publicada en Revista Cultural Circo Cromático. N° 17, Año IV, San Salvador de Jujuy, 2014.
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