“creaba de una manera que ni
soñamos”
Patti Smith
Los hechos transcurren en un
glaciar cerúleo cuyo fondo musical es un himno que narra la trágica muerte de un
unicornio. Aquella mezcla de lamento, tiempo y felicidad estructuran un extenso
poema épico en el cual no hay batallas ni guerras ni héroes. Ya en el tren, miro
cómo las imágenes del paisaje se pliegan unas sobre otras, una superposición similar
al fuelle de un acordeón. Al entrar, descubro que la casa posee escaleras que
se mueven en direcciones diferentes, articulando habitaciones de pisos incomparables.
Ahora, el caballo blanco atraviesa el sueño. Su cuerpo hecho figura evita los
muebles que interrumpen con sus murmullos la sinfonía nocturna del sol. Recostado
en una habitación con mar, un caballo espera a que llegue. Luego cabalgo libre
por el pasillo principal de la casa, descubriendo cómo la hierba y los árboles
transforman la textura del aire en sonidos agridulces. Al salir de la casa, el
campo se abre libre de palabras y convierte la experiencia en otra estrategia
para respirar. En el pulmón del acordeón, en esa diminuta orquesta, las voces
del sonido reconstruyen ese otro campo sin lenguaje que ha sido la infancia.*
© Juan Páez. La casa (Corrientes, 2017) |
* Páez, Juan. "Nota de voz". En: Sumplemento Cronopio, Diario La mañana. Formosa. 20/08/2017. Pág. 7.
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