domingo, 15 de diciembre de 2013

Luis Pellegrini & Mario Busignani.

En el número de Primavera de la Revista Cultura Circo cromático, escribí sobre el diálogo que mantienen poesía y pintura cuando entran en contacto. Aquí comparto un fragmento.



Imagen y poesía: 
Luis Pellegrini & Mario Busignani.


Por Juan Páez. 

Las conexiones que surgen entre imagen y poesía se pueden entender en varias direcciones. Entre ellas, la imagen con el poema. Luis Pellegrini nació en Capital Federal, estudió en la escuela Nacional de Bellas Artes y se radicó en Jujuy en 1957. Llegó a ser Director de la Escuela Provincial de Artes Plásticas. Como pintor es considerado uno de los más cotizados en el noroeste argentino y se ubica entre los mayores exponentes de la pintura jujeña.
Este artista realizó unos grabados en madera para ilustran exclusivamente Imágenes para un río, obra de Mario Busignani compuesto por una serie de sonetos. Este libro fue publicado en San Salvador de Jujuy con el sello editorial Tarja, en 1960. Allí podemos observar cómo poesía e imagen se aúnan, y es que los grabados nacen para acompañar los versos de MB. La juntura de sonetos y grabados complejiza la lectura pues esta ya no se limitará solo a lo escrito, esta vez, es un acto que invita a la interpretación de ambos textos para observar, entre sí, sus vinculaciones: es decir que habrá que mirar eso que una brinda a la otra, eso que una dice de aquella que calla.
Esta nota la acompañamos con el grabado con el que se inicia  Imágenes para un río. En él, hay un predominio de las líneas curvas por sobre los trazos rígidos; esas líneas ondulantes encuentran su eco en el retrato que se realiza, por ejemplo, del río en ese segundo plano. El cuerpo del niño sobre el de la mujer que lo sostiene es un cuerpo distendido, de allí las curvaturas. Si encontramos una tensión, esta aparece en el brazo de ella, como si ese brazo, en realidad, sostuviera toda la escena. Asimismo, los trazos rígidos aparecen también en las casas, en la rivera y en las montañas. Es decir, lo vital ondula los cuerpos, las hojas y las flores, mientras que lo rígido es aquello inanimado. A continuación transcribimos el soneto I de Mario Busignani para establecer algunas conexiones con dicha imagen:

Cuando digo tu nombre, padre río,
mi corazón renace pez y greda
y en lo más leve de tu barro queda
henchido por las zafras del rocío. 

Cuando digo tu nombre, desafío
la eternidad que en tu corriente rueda,
pampa de luz que en su trigal enreda
los vastos aires de tu señorío.

Busco en ti los confines del dorado
los desiertos enjambres de la arena,
las sigilosas danzas chulupíes.

De tu latido y fuerza enamorado
muerdo en ti una recóndita colmena
y en azúcar y polen me deslíes.

El río es una imagen poética evocada en varios de los sonetos, de allí su presencia en el grabado de Pellegrini que inaugura el libro de Busignani. El río es el “padre”, el “nombre” donde la “eternidad” “rueda”. En él, se hayan “los confines del dorado”, “los desiertos” y “las sigilosas danza chulupiés”, elementos que descubren al sujeto que mira, siente y enuncia. [Continúa]


*El dibujo que acompaña la nota es de Luis Pellegrini. 


Publicado en la Revista cultural "Circo cromático". Primavera 2013. Jujuy.
Visitá: www.circocromatico.com.ar

viernes, 13 de diciembre de 2013

Movimiento.


Antes que nada quiero comentarles que hace unos meses que estoy instalado en Formosa y que adoro esta ciudad, que sin conocernos, me recibió con mucho verde y sol en pleno invierno.


El cuento que comparto a continuación lo leí el pasado 11 de diciembre en la Asociación Italiana, Formosa. 


Se levanta tarde. Hace un par de minutos que ya debería haber estado sentada frente al espejo peinándose, pero no, solo lleva unos segundos mirando de reojo el despertador y se da cuenta de su poca predisposición para abandonar la cama. Hasta que por fin se decide y despierta, arremolina su cabello con la mano derecha y cuando quiere tomar las trabitas, que estaban sobre la mesa de luz, se da cuenta de que su otra mano ya no está.
            Independizada del resto del cuerpo camina por la vereda, deambula por algunas calles que rodean al edificio donde, hasta ahora, vivió con ella. Levanta el pulgar para que así el taxi, al cual le hiciera señas, se detenga. Casi no lleva nada, solo un bolsito pequeño donde guarda, doblado por la mitad y nuevamente por la mitad, el guante izquierdo por si refresca. Nunca escribió con ella, ni las cartas de amor ni los mails a sus amigos, para eso siempre estuvo la otra, piensa mientras ve cómo los edificios desaparecen por el retrovisor del taxi. Como el bolso es pequeño, sabe que deberá buscar las monedas con el meñique, pero eso ahora no le preocupa.
El viaje es largo pero finalmente llega a la casa que habitó con ella de niña. Toca el portero, pide permiso al nuevo dueño; le dice que quisiera pasar para recorrer el cuarto en el cual creció y se vio ser otra. El dueño no tiene inconvenientes. Sube las escaleras: primero el dedo del medio luego el índice, luego del medio, y así hasta llegar a la planta alta. Al niño de la casa, que la observa subir, le causa algo de gracia ver cómo sube la escalera, por momentos, la ve sostenerse de la baranda con el pulgar, y es cuando el niño recuerda la voz de su madre:

Este encontró un huevito
Este lo levantó
Este lo fritó
Este le puso sal
Y el más pequeñito se lo comió.

Cuando llega al cuarto se pregunta por qué razón siempre le resultó tan poco práctica, por qué ella nunca intentó tejer con ella, siempre hizo todo con la mano derecha, y no solo tejer, sino todo lo otro: agarrar la cucharita con la cual comió sola su primer yogurt, escribió la primera palabra. No quiere preguntarse más, levanta la carterita y se despide, también agradece la gentileza.
         En otro lado de la ciudad, ella pega afiches con la foto de su mano izquierda. Recuerda aquella vez que la tomó cuando jugaba con la impresora. En la mesa de luz quedaron el anillo, las pulseras; también reposa allí el guante derecho que se cayó del placard. 


En el nAc - Formosa.
Sin darse cuenta caminó lo suficiente como para encontrarse cansada a la altura del puerto. Cuando levanta la vista, descubre que se ha perdido, que no recuerda bien esa parte del barrio. Entonces allí, justo en la vereda del frente, descubre la escuela donde Daniela aprendió música. Tambaleándose corre hacia el edificio, hasta que de pronto  escucha de fondo cómo resuenan las melodías de los instrumentos. Agitada y algo mareada, descubre, detrás de todo, el sonido de un piano. Ahora recuerda la textura lisa de las teclas, la rugosidad de las hojas ubicadas en algún atril y advierte, que de sus yemas, todavía se desliza ese movimiento en blanco y negro. 

Homenaje a Mario Busignani

Este artículo fue publicado el 16 de junio de 2013 en el diario digital Cabo Suelto, Jujuy. A continuación comparto dicha nota y también el enlace así pueden visitar el periódico.



Las décadas de 1940 y 1950 marcaron un momento de cambio en el campo literario del noroeste argentino, que fue acompañado por un movimiento de tinte ideológico y político orientado a resituar a la región en el escenario nacional. Los escritores abandonan los ecos modernistas y se distancian paulatinamente del folklorismo costumbrista para incursionar en un tipo de literatura de corte social con influencias neorrománticas, con la que pretenden proyectar al hombre y al paisaje de la región hacia lo universal.
      Son numerosos los aspectos que podrían definir este periodo, entre los cuales encontramos la mezcla de las artes. Las obras literarias solían acompañarse con obras pictóricas, un claro ejemplo de ello es el poemario “En el tiempo labrador” de Néstor Groppa, cuyo interior alberga cinco grabados realizados por los artistas Luis Pelligrini, Victor Rebuffo, Menardo Pantoja, Carlos Giambiagi y Pompeyo Audivert. Asimismo, la Revista Tarja, de la que Busignani era co-fundador, se caracterizaba porque justamente sus tapas solían ser obras pictóricas.      
       Mario Busignani es una figura importante de este periodo: abogado de profesión, fue, junto a otros escritores como Jorge Calvetti, Andrés Fidalgo, Néstor Groppa y el pintor Menardo Pantoja, co-director de la ya mencionada Revista Tarja. Publicó numerosos libros, entre los cuales destacamos Imágenes para un río (1960) cuya diagramación y cuidado de la edición estuvo a cargo de Néstor Groppa. Este poemario incluye una serie de gradados realizados por el artista plástico Luis Pellegrini. Esta edición fue numerada, el ejemplar que conserva la Biblioteca Popular de la ciudad de San Salvador de Jujuy es el ejemplar número 108.           
      La obra de MB tuvo una gran difusión ya que en ella era posible rastrear no solo un manejo cuidadoso y sutil del lenguaje y de la forma, sino un compromiso con la denuncia por la búsqueda de una igualdad social. El manejo de las formas tradicionales y vanguardistas de la poesía, sumado a la temática por la que se caracterizaba, le permitió trasformarse en un escritor de renombre y llegar a ser integrante de la Academia Argentina de Letras.

Imagen y la poesía.
Poemas acompañados con obras pictóricas vuelven al libro un objeto de arte: la imagen y la palabra, la plástica y la literatura, el escritor y el artista se sostienen para brindarle al lector un objeto único. Las relaciones entre imagen y poesía pueden entenderse en varias direcciones, entre otras, la imagen con el poema. En 1970, Mario Busignani publicó Cifras de la apariencia, poemario cuya carta-prólogo fue escrito por Manuel Mujica Lainez y cuyos dibujos en su interior pertenecen al pintor Carlos Torrallardona; este libro fue editado con el apoyo del Fondo Nacional de las Artes. A continuación transcribimos un poema denominado Río Yala [Pág. 27-28]

De minerales viñas sustentado
en soledad y hoguera fría creces
y en repetido ser desapareces
tras de tu cuerpo siempre despeñado.

Tu soltura de líquido venado
encelas en tropel de ariscas reses
y en grito y sangre y músculo padeces
tu estación de guerrero enamorado.

A vibradora sien enaltecido
tu savia elemental –tu fiel latido–
en pájaro y corola se consuma.

Retorna un tiempo de infantil sosiego
cuando mi corazón añoso entrego
al rumor de tu fábula y espuma. 


Dibujo de Carlos Torrallardona

 






El cuerpo que se despeña es el del río, que fluye, crece y desaparece. La voz poética describe ese fluir y al hacerlo monta una escena donde la agitación constante del agua da cuenta de lo vital que colma la imagen. Sin embargo, esa misma imagen es un tanto difusa, puesto que ubicar las palabras de manera tal que “cumplan” con la métrica de los versos –en su mayoría endecasílabos– origina un retrato impreciso, similar a las imágenes indefinidas que permanecen en algún recodo de la memoria. Es curioso que en el poema se nos hable de “soltura” cuando la métrica ajusta los versos, lo que nos llevaría a pensar en que el sentimiento desmesurado ahoga la significación al hacerla evidente, por el contrario, si este está medido, posibilita que esa pasión devenga creación y polisemia.  
      Hacia el final del soneto, la voz poética asume una primera persona “mi corazón” en el pronombre posesivo, y de esta manera se posiciona frente a ese otro, que es el río, con quien dialoga desde el inicio del soneto, y al que apela a lo largo del poema tanto en la persona de los verbos como en los pronombres posesivos de segunda persona: “creces” “desapareces” “tu cuerpo” entre otros.       
      La relación entre “tu cuerpo” “Tu soltura” “tu savia” “–tu fiel latido–” “tu fábula espuma” resume el tema del poema: el viaje al pasado, es decir, al tiempo de la infancia, posibilitado por la contemplación de las aguas del “Río Yala”. El latido remite al movimiento, y al vértigo, de saberse diferente de aquel otro, al que ahora descubre en la “espuma”. La voz late en el poema y confiesa la comunión entre hombre y naturaleza, donde el fluir ya no es solo la del agua ni el de la vida, es el fluir de la voz cuando necesita rescatarse a sí misma. La figura del Busignani, su obra y su poética son testimonios de una época de gran actividad cultural en Jujuy, una especie de “primavera dorada” que significó una revolución respecto a las concepciones que, hasta entonces, se tenía acerca del arte y la literatura.  

A Mario Busignani, por la sutileza poética en sus versos, a él este homenaje.  


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Junio - 2013.