Prendiste la radio. De fondo la genia de Amy Winehouse nos
cantaba. Levantarnos para, abrazados, ponernos a bailar. En la cama, entre
susurros y la agitación, la liberación de tus palabras los niños bien no
deberían portarse así. Te reíste y me abrazaste. Partiste, como siempre. Pasé el
resto de la mañana en cama. Mi mensaje de texto para darte las gracias, me hizo pensar en Botticelli.
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