Cartas de amor en tiempos de guerra
Entre misivas militares, las cartas de amor
entre Teodoro y Filomena. Publicada en el año 2012 por el sello editorial
Cuadernos del duende (Jujuy), De lapachos
florecidos: El Éxodo, la única y verdadera historia es la reedición de la novela de
Pablo Aguiar Cáu. En ella, el escritor retoma
un hecho histórico relevante y lo vuelve materia narrativa. Es interesante ver
cómo el lenguaje pareciera desdibujar los límites entre la ficción y la
realidad. Este desplazamiento temporal también se da en cuanto a la tipología
ya que, por momentos, la narración literaria adopta el tono solemne de la
investigación histórica. Y es que la obra de Aguiar Cáu no solo recupera el
pasado (El Éxodo jujeño) sino que además lo recontextualiza con guiños que el
lector contemporáneo podrá reconocer y disfrutar.
En tu novela, el
tiempo pareciera borrar los límites entre el pasado y el presente, ¿Qué te
motivó a recuperar este hecho histórico en particular?
Para los jujeños el éxodo es más importante que
el 25 de Mayo. Eso es algo que te lo van marcando apenas te enseñan a agarrar el lápiz.
Siempre me interesó como hecho histórico y, como resulta que yo también hice mi
propio éxodo, terminé jugando con la historia. Me preguntaron en un medio
periodístico si no era medio oportunista haber editado una novela sobre el Éxodo
justo el año del bicentenario, mi respuesta (que como corresponde no salió) fue:
¡Si me hubieses dado bola en su momento! Porque el libro lo edité en forma independiente
en el 2000 con el nombre De lapachos
florecidos. El subtítulo es idea de Alejandro Carrizo para la reedición.
Hay un trabajo interesante
con el lenguaje puesto que se narran hechos del pasado con un lenguaje, en
ocasiones, aggiornado. ¿Este modo de narrar es algo que tenías pautado desde un
principio?
La historia surgió como un cuento de apenas 2 párrafos
y durmió escrita a mano por lo menos 4 años. Esos 2 párrafos iniciales marcaron
el estilo sin querer. Nunca supe que estaba trabajando con anacronismos hasta
la presentación del libro. Creo que eso es lo distintivo de “De lapachos”
Comparto un fragmento
de la novela:
“entró Filomena barriendo el piso de tierra del
salón con el ruedo de su largo vestido floreado. Ceñía su cintura una fina
pieza punzó, como intuyendo la moda que se impondría en unos años. Los ojos del
gallego en su amplio escote no pasaron desapercibidos para la dama. Con un
gesto sutil se cubrió con la matilla. Recostada sobre el mostrador, pidió un
agua mineral sin gas”
En De lapachos florecidos: El Éxodo, la única y
verdadera historia, hay un personaje que carece de nombre y se emplea una
suerte de epíteto o apodo elabogadogeneraldelapatria
¿De quién se trata y por qué la decisión de no llamarlo por su nombre?
Justamente así estaba nombrado en esos dos
primeros párrafos iniciales. Yo quería que la gente descubriera al Belgrano
abogado y que se olvidara de las calzas y del billete de 10 mangos. Está
nombrado así desde un profundo respeto por uno de los políticos argentinos más
interesantes. Imaginate: estudias y te recibís de abogado, volvés a Buenos
Aires y te ponés a laburar de empleado público en la aduana. Un par de años
después se arma el 25 de Mayo y te dicen: tomá la espada ahora sos general andá
al Paraguay. Ponete estas calzas y este gorrito. Un capo.
En el caso de
Filomena, me interesa mucho cómo recuperás detalles vinculados con el mundo de
la moda. ¿Las descripciones colaboraron en la (re)construcción del personaje?
Soy un gran observador y estoy casado y tengo 2
hijas. Tengo madre y hermana. Me gustó, sobre todo con el personaje de
Filomena, jugar con las descripciones. Contraponer esa imagen de miriñaque que
tenemos de las damas antiguas del Billiken. Tuve que preguntar, no sin
vergüenza a algunas compañeras de trabajo.
Hacia el final
encontramos “El resto es historia conocida”, y vemos que se incluyó un apartado
denominado Bibliografía. Su presencia, siguiendo la idea del desplazamiento,
transforma la narración en una suerte de investigación histórica. ¿Cómo se
trabaja con el pasado en tanto materia de la ficción? ¿Se reconstruye, se
buscan espacios en blanco donde una voz cuenta algo que falta?
A mí me gusta contar historias conocidas con mi
voz, sacarles el cartón con el que nos la contaron. Esos espacios en blanco los
inventé a gusto y piacere, una charla entre Monteagudo y Sánchez de Bustamante en Charcas es posible
que hubiese ocurrido, fueron contemporáneos. (También fueron mis establecimientos
educativos primarios y secundarios respectivamente). Yo usé el hecho histórico
conocido para narrar una historia de amor. Algunas referencias históricas uno
las tiene presentes de puro apasionado por los hechos acontecidos en el siglo
XIX. Para confirmarlas recurrí a los libros que me ayudaron a rectificar algunas
cosas. Decidí poner la bibliografía como un recurso jerarquizado, aunque de
cada libro haya sacado apenas una fecha. De cada cosa que escucho o que leo voy
buscando los espacios en blanco. Y haberlo hecho con la historia argentina fue
algo de lo más divertido.
© Juan Páez. la verdadera historia (Formosa, 2018) |