lunes, 25 de junio de 2018

La hija del inventor por Marina Carabajal y Héctor Gómez


Presentación de Libro La hija del inventor de Juan Páez
(Apóstrofe Ediciones, San Salvador de Jujuy, 2017)

Marina Carabajal
(22 de junio, ISPRMM, Formosa)


Definitivamente, escribir “es ayudar a saturar las heridas, es aferrarse a la vida a pesar de todo. Es guardarse para sí el aire que salva. La escritura es el lenguaje del cuerpo, de los sentimientos, de la forma en que percibimos el mundo, a los otros y a nosotros mismos”. Eso dice con gran solvencia Silvia Barei.

A través del recorrido por las páginas de “La hija del inventor”, ingresamos a la médula misma del escritor, de la escritora, los conocemos y hasta nos reconocemos.

A menudo nos preguntamos cuáles son los factores que alzan a tal o cual libro hacia lo más alto del aprecio del lector. Sin darnos cuenta, olvidamos que a la hora de publicar un libro este no acaba con la última página y que apenas hemos recorrido un porcentaje del camino.

Hoy damos un paso más en este derrotero… hoy comenzaremos a desandar estas páginas descubriendo a grandes escritores contemporáneos que incursionan en diferentes géneros de manera atrapante. Ingresaremos a la cocina misma de la literatura actual a través de un recurso particular: la entrevista, que nos servirá para conocer íntimamente el sentir y pensar de estas figuras de las letras. Y, a la vez, conoceremos más a Juan como escritor porque en sus preguntas, en la estructura de cada una de ellas nos dice algo sobre sí, sobre su percepción de la vida misma, de la literatura y de su pasión por las letras.

Me quedo también con algunos conceptos vertidos por los escritores en estas páginas.

- Con la idea de Angélica Gorodischer quien reconoce que “las escritoras nacemos de las lectoras” y que “Si no hay lectura no hay escritura….”. Además, recomienda “Leer, leer y leer hasta que se te sequen las pestañas”;

- Con Elena Bossi quien reflexiona planteando: “Si me quitan la palabra no queda nada, yo no puedo seguir siendo si no puedo expresarme”.

- Me quedo con la idea de Maria Teresa Andruetto cuando dice: “el tiempo de la escritura es un tiempo que nace, crece o se asfixia en medio de los tiempos dedicados a otras cosas”;

- Surco la entrevista con Pablo Bacca para mostrar que “a veces las palabras llegan en medio del vacío y sin explicaciones ni advertencias”; paso por las consideraciones de Gigliola Zecchin para quedarme con la idea de que “la palabra escrita… es una patria sin fronteras” y por Tununa Mercado cuando reconoce: “soy lo que escribo , soy la que escribo”.

- Cuando un grande, conocido y apreciado por todos, Orlando Van Bredam habla, enseña y cada palabra es para tomar nota. En la entrevista brindada a Juan para este libro nos marca: “Escribir es siempre evocar otros textos, producir en compañía de aquellos libros que nos han perturbado, que nos han regalado un poderoso estímulo pero también nos han señalado una cúspide a la que siempre es muy difícil de llegar”.

Hojear las páginas de “La hija del inventor” es descubrir escritores, particularidades y diferencias, pero a la vez coincidencias. La lectura como base, la observación del entorno, la formación en las letras y las construcciones que generan una dimensión sensible y provocan que al lector le llegue la voz, tu voz como escritor a través de las grafías.

Ahora los invito a embarcarse en éste que es el “mayor viaje de todos”, la escritura, tal y como lo señala Mori Ponsowy.



Presentación de Libro La hija del inventor de Juan Páez
(Apóstrofe Ediciones, San Salvador de Jujuy, 2017)

Héctor Washington Gómez
(22 de junio, ISPRMM, Formosa)


El otro día conversaba con un amigo y le hablaba de la presentación de este libro. Y en un momento dado, me dijo: “¿Cómo se presenta un libro? ¿Qué se hace al presentar un libro?”. No supe responder a ciencia cierta.

Ante la invitación de Juan, con su inmensa generosidad al pedirme que acompañara a Marina en la presentación de su obra, me vi en esa encrucijada de preguntarme si estaba a la altura de las circunstancias, sobre todo teniendo en cuenta que es un género un tanto más racional y empírico, si se quiere. Hasta el momento había presentado libros de poesía pero de algún modo sentía que carecía de experiencia en trabajos que aborden en cierta forma el género periodístico.

El día a día de un escritor siempre es un enigma. ¿Cómo viven su tarea? ¿Cuáles son sus aspiraciones en este campo? ¿Qué procesos de escritura abordan para conectar mundos imposibles desde lo verosímil? ¿Qué supone la inventiva de crear, imaginar, evadirse del yo concreto?

Páez confiesa, entre viajes y visitas, haber comenzado a desear este libro -que vio la luz en 2017- sin saberlo. Y ese deseo, la curiosidad y la necesidad de consejos han entramado -estimo- largas horas de charlas y momentos compartidos en los que el trato ameno y la cercanía con sus protagonistas son evidentes. Desde ese lugar, desde ese enfoque curioso e inquieto, el autor nos revela un trasfondo muchas veces desconocido: la relación del escritor con sus textos, su génesis, sus artilugios y mecanismos de creación.   

Al adentrarse en las páginas de La hija del inventor, el lector logra percibir -e incluso vivenciar- una afinidad especial que el entrevistador logra con sus entrevistados. Los diálogos carecen de toda rigidez y estructuración justamente por esa cercanía, y los entrevistados logran explayarse libremente, dando cuenta de sus experiencias y reflexiones sobre los procesos de escritura.    

Pienso que el mayor logro de Juan en este libro ha sido situarse al margen del protagonismo. ¿Por qué digo esto? Si tenemos en cuenta su producción en Música para aeropuertos, Cuando vengas, te cuento o Árboles de agua, el yo lírico le otorga naturalmente una mirada que nace desde lo más subjetivo y connotativo y le exige por supuesto poner su Yo al centro de la escena. En tanto poeta que se precia de serlo, sin embargo, aborda en este caso la entrevista como técnica cualitativa y deja oír otras voces, la de los protagonistas, acaso sus maestros en ese “impulso feroz” que es el escribir, como bien confiesa en sus páginas Gigliola Zecchin, “Canela”.

Pienso en “La hija del inventor” como una serie continua de mosaicos de papel -como puede verse en su portada- que, a su vez, dan la idea de lo infinito y lo múltiple en una sucesión difusa. Esa multiplicidad de miradas, puntos de vista, experiencias con el lenguaje, la dan los escritores entrevistados: Andruetto, Baca, Barei, Bellessi, Bossi, Bauer, Dorra, Gorodischer, Mercado, Negroni, Ponsowi, Tasso, Van Bredam, Zecchin… grandes maestros de la palabra que comprenden y emprenden la escritura como “el mayor viaje de todos”, al decir de Ponsowi.

Si se me diera quedarme con lo más movilizador de estas páginas, voy a Silvia Barei y a ese maravilloso diálogo epistolar con Juan acerca de los consejos para quien quiere empezar a escribir. 
Y cito:

“No hay consejos para quien escribe, pinta, actúa, dibuja, diseña, teje, borda, cocina, canta o baila. Se agradece profundamente porque en vez de destrucción, de cálculo, de envidia, de ejercicio de poder, de soberbia, de mezquindad, de desprecio, se entrega belleza, sensualidad, alegría, desprendimiento, amor, se acercan manos y se hace más amigable estar en el mundo”.  


Fotografía: Melanie Castellini. 

  

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